Distribución territorial de la población: la urbanización
Los intensos flujos de población que se producen dentro del territorio nacional, así como las inmigraciones y las emigraciones internacionales han tenido un significativo impacto en la distribución territorial de la población de República Dominicana. Uno de los procesos de cambio demográfico más importante de los ocurridos durante los casi 70 años de la transición demográfica ha sido el creciente proceso de urbanización y de concentración de la población urbana en dos grandes metrópolis con alta primacía (el Gran Santo Domingo y Santiago) y de unas pocas ciudades intermedias localizadas en el histórico eje sur-este conformado por el Gran Santo Domingo- San Pedro de Macorís-La Romana-Higüey-San Cristóbal, y en el eje del Cibao Central Santiago-La Vega-San Francisco de Macorís.
El país ha vivido la transición de un modelo de distribución espacial de la población de gran concentración en un número reducido de ciudades y su dispersión rural en miles de localidades pequeñas, hacia otro más equilibrado en el que las ciudades intermedias juegan un rol cada vez más importante y las corrientes migratorias se han transformado de un flujo predominantemente rural-urbano hacia otro urbano-urbano.
Es en la década de los 50 cuando se inicia el cambio gradual de la República Dominicana de un país esencialmente rural o agrícola hasta los años 70 a otro predominantemente urbano en las últimas cuatro décadas. La población urbana casi se duplica en 10 años al alcanzar casi el millón en 1960, creciendo a una tasa anual de 6%. Este crecimiento urbano se relaciona con los cambios económicos que se produjeron en la sociedad dominicana en esos años durante la dictadura trujillista, como son el impulso de una industrialización aún incipiente, la consolidación de la economía azucarera, y el dinamismo en la construcción carretera e infraestructura urbana.
En las dos décadas siguientes se acelera aún más la urbanización, duplicándose la tasa de crecimiento de la población total, expendiéndose las ciudades pequeñas e intermedias y complejizándose la red urbana. Es en los años 70, y en los 80 en menor medida, que la ciudad capital se erige como el gran centro urbano, principal polo de atracción de migrantes internos procedentes predominantemente de localidades rurales en los 70, y a partir de los 80 de origen principalmente de localidades urbanas. Se refuerza la primacía de la ciudad de Santo Domingo, verificándose un proceso de conurbación en el sentido de que se extienden los límites de la ciudad capital, absorbiendo áreas antes rurales y empalmando territorialmente la llamada “zona oriental” en términos de continuidad habitacionales y de servicios típicamente urbanos (alumbrado, asfaltado de calles, etc.). Treinta años después, en 1981, ya la población urbana superaba a la rural, había ya 40 ciudades relativamente pequeñas (5,000 a 10,000 habitantes) 17 intermedias (20,000 a 100,000), una ciudad grande (Santiago) y una metrópoli (D.N.).
Hasta mediados del siglo pasado tan sólo el 24 por ciento de los dominicanos residían en ciudades, sin embargo, ya a principios de los 80 este porcentaje sobrepasó el 50 por ciento (52% en 1981). La evolución de la población urbana y rural censada muestra que entre 1920-1970 la población urbana se multiplicó 10.7 veces y la rural 3.2 veces, mientras que en las últimas tres décadas la urbana más que se duplicó, y la rural sólo aumentó en un 30%. De acuerdo con el censo de 2002, la población urbana creció en 33.2%, en tanto que la rural lo hizo a un ritmo de tan sólo 2.5%.
Si bien en el contexto regional, República Dominicana es uno de los países con un inicio muy tardío de la transición de la urbanización, el ritmo de urbanización ha sido uno de los más acelerados desde la década de los 50. En tres décadas el porcentaje de población urbana pasó de 24% a 52%. El porcentaje de población residente en zona urbana se incrementó de 56.2% en 1993 a 63.3% en 2002 y a 74.3% en 2010. Se estima que actualmente el 82% de la población es urbana. El incremento promedio anual en el período fue de 0.78%, superando el alcanzado en el periodo 1981-1993, que fue de apenas 0.34%.
Este incremento importante de la urbanización está relacionado con la diferencia en el ritmo crecimiento de la población urbana y el de la población rural. La primera creció a una tasa de 3.14%, en tanto que la rural apenas lo hizo a un ritmo de 0.28%, aumentando la población total rural en sólo 81,032 personas, mientras que la urbana, como se vio antes se incrementó en 1,359,183 personas.
Sin embargo, el proceso de urbanización de la RD ha sido muy concentrador. La población está cada vez más concentrada en unas pocas ciudades y en un territorio cada vez más fragmentado y desigual, mientras que, en las localidades rurales, si bien aún muchas de ellas siguen creciendo, lo hacen a un ritmo mucho menor y en número significativo muy cercano a cero.
Si bien a partir de los años 80 se reduce el grado de primacía de la metrópoli el Gran Sato Domingo (D.N. y la llamada Zona Oriental) continúa siendo el principalísimo polo receptor de migrantes internos; casi todas las provincias permanecen desde los 60 como expulsoras netas de población. A la par con el proceso de industrialización tardía de sustitución de importaciones motorizado en los polos urbanos se registra una expansión de la red urbana de ciudades. En particular la localización espacial de las zonas francas -principalmente en ciudades intermedias- como estrategia de promoción del empleo local ha generado efectos descentralizadores sobre el proceso de urbanización o de concentración urbana de la población, fortaleciendo la red de ciudades intermedias, y, por tanto, la ralentización de la primacía de la megalópolis D.N.-Santo Domingo (Lozano y Darte, 1992; Lozano, 1993).