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Los salarios mínimos en República Dominicana (1 de 2)

El salario es uno de los temas más significativos para la vida de millones de personas en República Dominicana, y así lo perciben los ciudadanos, pues casi RD$45 de cada RD$100 que reciben los hogares son generados por el trabajo asalariado. De acuerdo a las encuestas de opinión y las de cultura política, los bajos salarios son identificados sistemáticamente como uno de los principales problemas del país. Es por ello que cada dos años, a propósito de las negociaciones sobre el salario mínimo en el Comité Nacional de Salarios, el tema de los bajos salarios en República Dominicana se convierte en trending topics en la opinión pública -debates y opiniones nacionales a través de medios de comunicación escritos y digitales, redes sociales-, y en las tertulias y conversaciones cotidianas de muchos ciudadanos.

El actual proceso de discusión de las tarifas de salario mínimo vigentes iniciado hace casi tres meses no es la excepción, y tiene la particularidad de efectuarse en momento de reajuste de casi un 100% al salario mínimo en el sector público –al pasar de RD$5,117 deberán cobrar RD$10,000-, un aumento de 10% a los empleados con sueldo de RD$10,000 a 20,000, y de 5% a los que devengan entre RD$20,000 y RD$30,000. En opinión de algunos, como el Ministro de Economía, Planificación y Desarrollo, estos reajustes deben servir de referentes a los empresarios para realizar un aumento sustancial.

Sin embargo, nueva vez se repite que el proceso de discusión sobre el monto del reajuste en el CNS gira en torno a dos propuestas de aumento extremadamente diferentes. Por un lado la de los empresarios, que según información divulgada por los representantes empresariales en los medios de comunicación, propone un reajuste de sólo 8%, el crecimiento de la inflación en los dos años transcurridos luego del último aumento de 2017; y por otro lado la de los representantes de los trabajadores, que aspiran de nuevo a un aumento de 30%.

Lo primero a precisar y reiterar respecto al salario mínimo es que, dado el rezago acumulado de los salarios mínimos durante los últimos 18 años, cuya baja capacidad de compra explica en buena parte la persistencia de niveles de pobreza relativamente altos en República Dominicana, el aumento o reajuste que actualmente se debate en el Comité Nacional de Salarios no puede ser sustentado exclusivamente en el bajo crecimiento de la inflación de los últimos 21 meses, sino sobre todo en el costo de la canasta básica de pobreza y el correspondiente a la población en riesgo de caer en pobreza, así como en el crecimiento de la productividad laboral.

¿Por qué en la República Dominicana se requiere actualmente de un reajuste al salario mínimo más allá de la inflación acumulada en 2017-2019?

Pese a los reajustes de los salarios mínimos que se han realizado de manera regular desde los años 90, los mismos mantienen un rezago significativo con respecto al ritmo de crecimiento del PIB, la productividad y la inflación, toda vez que el único criterio para los reajustes que se han aplicado a la fecha sólo tienen en cuenta la tasa de inflación, con rezagos de 1 a 2 años y en montos por debajo de la misma.

Los niveles de salarios mínimos reales que actualmente rigen en el mercado laboral dominicano son similares a los que existían a fines de la llamada década perdida de los años 80. La tendencia al alza que experimentaron los salarios mínimos en los años 90, al realizarse cinco reajustes que lograron casi cuadruplicar los salarios mínimos en términos nominales, se revierte en el siguiente decenio, con la crisis inflacionaria que desencadenó el mayúsculo fraude financiero del año 2003, al reducir en casi un tercio la capacidad de compra de los salarios mínimos. Pese a la recuperación en 18.4% que han experimentado los salarios mínimos reales desde el año 2005, es apenas 11 años después de su estrepitosa caída cuando recuperan la capacidad de compra que tenían antes de la crisis 2003-2004.

En el contexto regional, continuamos siendo uno de los países con más bajos salarios mínimos y medios, pese a encabezar el crecimiento económico en la región, y uno de los pocos países en los que los salarios reales no mejoraron en el decenio pasado, sino más bien, que se estancaron, pese a la baja inflación, luego de la recuperación de la mencionada crisis del 2003. Actualmente, sólo en Nicaragua, Bolivia y México se pagan salarios mínimos por debajo de la República Dominicana. El salario mínimo que se paga en Paraguay, Brasil, Chile, Venezuela y Uruguay Argentina duplica el que perciben los trabajadores dominicanos. En el caso del salario mínimo vigente en zonas francas, sólo las radicadas en Nicaragua pagan salario por debajo de las instaladas República Dominicana.

¿Cuál ha sido el comportamiento de los salarios mínimos con respecto al crecimiento económico y el incremento de la productividad laboral en los últimos 20 años?

Si bien en general los salarios mínimo reales en República Dominicana en los últimas dos décadas tienden a moverse con el ciclo económico -han mejorado en los años de elevado crecimiento y se han deteriorado o estancado en los períodos de crisis, recesión o ralentización del crecimiento- aún en los ciclos de auge económico y baja inflación 1996-1999 y 2005-2008 y el actual 2012-2019-, la dinámica de los salarios mínimos y medios resulta desalentadora si se compara con las elevadas tasas de crecimiento económico logrado. Sigue siendo decepcionante que pese a más de 10 años de elevado crecimiento del PIB y de la productividad laboral el salario mínimo real aún mantenga un rezago de más de dos décadas, recuperando apenas recientemente su nivel de principios de los años 90.

Pese al significativo incremento del producto per cápita en las últimas dos décadas y media, se ha ensanchado la brecha entre el crecimiento del producto y el crecimiento del salario mínimo real. Incluso se ha debilitado dicha relación. La elasticidad del salario fue de apenas 0.25 y .058 en los años 1996-1999 y 2005-2008 respectivamente, en tanto que en el primer quinquenio de los 90 había sido de 1.29, y 0.99 en el trienio de ralentización del crecimiento 2009-2011. En síntesis, la capacidad del crecimiento económico en “derramar” incrementos en los salarios mínimos durante los ciclos expansivos, como el actual, es cada vez menor. A nivel regional, actualmente la República Dominicana es el quinto país con la más baja relación salario/PIB per cápita, la cual se debilitó sensiblemente durante la década pasada al descender de 0.47 en el 2000 a 0.33 en 2015.

Esta asimetría entre el crecimiento de la producción y el del ingreso laboral de los trabajadores, combinado con el crecimiento significativo de la productividad laboral, se ha traducido en una brecha significativa entre el crecimiento de esta última y el ritmo de expansión de los salarios, lo que ha contribuido a la tendencia regresiva en la distribución funcional del ingreso. Esta dinámica ha impacto a su vez los costos laborales salariales, reduciéndolos en relación con la productividad del trabajador.

En relación con la productividad laboral, en teoría, “en un mercado de competencia perfecta la productividad es la fuente básica de las mejoras de los salarios reales”, y por tanto, a mayor productividad del trabajo habría mayor salario real. Esta relación no se ha verificado en la República Dominicana en los últimos años, pues un hecho que ha caracterizado la dinámica de los salarios en el país desde mediados de los 90 es su crecimiento por debajo del ritmo de incremento de la productividad. En los últimos 18 años la productividad laboral se ha más que duplicado, creciendo a una tasa promedio anual de 5.4%, una de las más elevadas en la región, mientras que los salarios mínimos reales apenas se han incrementado en 14 % en el período. El 62.5% del aumento en el PIB per cápita en ese período está vinculado a los incrementos en la productividad media o valor agregado por trabajador. En otras palabras, ceteris paribu, el sólo cambio en el valor agregado por trabajador habría generado un crecimiento equivalente a 62.5% del crecimiento del PIB observado.

Esta tendencia a la desvinculación de los salarios reales con la productividad en República Dominicana es un hecho generalizado a nivel global y sectorial, aún en los sectores que han motorizado el crecimiento de la productividad. Ahora bien, el incremento de la productividad se ha concentrado sobre todo en los sectores telecomunicaciones, manufactura, transporte y financiero, sectores de baja generación de empleo y con salarios reales cuya tendencia al deterioro o estancamiento de los salarios que paga a sus trabajadores no se diferencian de los demás sectores de bajo crecimiento en productividad.

El importante aumento de la productividad laboral desde mediados del pasado decenio, junto al estancamiento del salario real ha tenido un impacto significativo en la reducción de los costos laborales unitarios de las empresas. Actualmente éstos son menos del 10% de los que eran en el año 2000, al reducirse a una tasa de promedio anual de 14.5%. ¿Qué significa esto? Sencillamente, que una parte de las ganancias de productividad y de la riqueza que se genera con un mayor crecimiento económico no se reparte de manera equitativa entre los trabajadores y los sectores de ingresos medios, por lo cual, tanto el aumento de productividad como la reducción de los costos laborales unitarios de las empresas no se han traducido en mejoras salariales significativas en esos segmentos mayoritarios de la población.

¿Cuál es la capacidad de consumo de los hogares que perciben salario mínimo?

La respuesta a esta pregunta es de orden crucial para la fijación de tarifas de salario mínimo que de cumplirse permitan asegurar a los trabajadores un conjunto de bienes y servicios que satisfagan dignamente sus necesidades básicas.

Para medir la capacidad de compra de los salarios mínimos debe utilizarse los costos de la canasta básica por quintil construida por el Banco Central. A marzo del presente año 2019, los costos promedios de las canastas básicas correspondientes a los cinco quintiles son los siguientes:

Quintil 1 Quintil 2 Quintil 3 Quintil 4 Quintil 5 Nacional
13,953.41 19,931.71 24,467.67 31,929.39 62,550.16 30,593.64

Fuente: http://www.bancentral.gov.do/estadisticas_economicas/precios.

Ahora bien, ¿cuál es la canasta de referencia para medir la capacidad de compra del salario mínimo?

Si bien, como advierte el Banco Central, el costo promedio de la canasta familiar no debe tomarse de referencia para negociaciones de aumento del salario mínimo, porque “es el promedio de gasto de todos los quintiles y no es representativo de ningún sector en especial”, tampoco debe ser el costo de la canasta básica del quintil 1, como sugiere el Banco Central, toda vez que si la pobreza es de poco más de 30%, el costo de la canasta de ese 20% de más bajo consumo (quintil 1) no incluye a más de un 10% de pobres, si se tienen en cuenta que la tasa de pobreza actual es de 30%.

Por consiguiente, la canasta que debe utilizarse para medir la capacidad de compra del salario mínimo es la Canasta Básica Alimentaria y no Alimentaria, cuyo costo promedio es la línea de pobreza oficial. Esta canasta incluye “bienes y servicios considerados como esenciales, tales como el vestido y el calzado, la vivienda, los cuidados del hogar, la salud, la educación, o el transporte, entre otros, construida en base a la observación del patrón de consumo de una población de referencia, evaluada y ajustada de acuerdo a criterios nutricionales”.

Como veremos en la próxima entrega del artículo, las tarifas actuales de salario mínimo que actualmente rigen para las empresas con capital menor de RD$4 millones (RD$9,412 y RD$10,620 respectivamente) son insuficientes para que un hogar “típico” de RD (un hogar de en promedio 3.4 personas un promedio de 1.4 personas ocupados) pueda cubrir el costo promedio por ocupado.

 

Fuente: Acento

Julio César Mejía Santana
Julio César Mejía Santana
Demógrafo y Estadístico. Egresado del Doctorado en Ciencias, especialidad en Estudios de Población, El Colegio de México, A.C., México, D.F. y de la Maestría en Estudios Sociales de Población del Centro Latinoamericano de Demografía de la CEPAL, en Santiago de Chile. Egresado de la carrera de Estadística en la UASD. Publicó en el año 2010 el libro Empleo y desempleo y desempleo En República Dominicana: La controversia de las cifras oficiales. Actualmente coordina y dirige dos publicaciones científicas periódicas del Observatorio Ciudadano del Mercado de Trabajo: el anuario Barómetro del Mercado de Trabajo y Notas de Coyuntura Laboral, de periodicidad semestral.